Hoy último fin de semana de campaña. A muchos de mis colegas de partido y de otros partidos les ha parecido muy interesante, incluso lo han disfrutado. A mi no.
Tiene su parte de encanto, no lo niego, el contacto con tus paisanos siempre está bien, pero me parece a mí que contacto ha habido poco.
Hemos estado en un verdadero mercadillo. Hemos estado mercadeando. Y ni siquiera hemos mercadeado votos. No sé de verdad qué es lo que hemos estado haciendo. Me ha parecido algo en cierto modo triste. Parecía que estábamos allí para ver quién daba el regalo más bonito, el mejor, el más original, el más...
Los ciudadanos pasaban por los tenderetes y preguntaban ¿vosotros qué dais?
¿A los ciudadanos les importaba de verdad el candidato de cada partido? ¿no les habremos aburrido ya bastante? ¿Están saturados? ¿Y nosotros?
Lo malo es que nadie sabe si de verdad el mensaje de cada uno ha llegado a sus oídos o no. Si les interesa o no. Si es interesante o no.
Además alguna cara de desprecio se ha visto. Para unos y para otros. No sé si será mi educación pero a mí no me saldría esa cara, creo yo.
Y no me vale eso de que están cansados de los políticos, allí había pocos políticos y muchas personas que estaban dedicando su tiempo a labores que otros no quieren o no pueden hacer.
Por eso me da rabia que parezca que nos estamos vendiendo en un mercadillo en vez de exponer nuestras ideas. Equivocadas o no deben ser muy respetables y me parece que esa no es la forma de contárselo a nadie.
Lo que en principio son elecciones municipales y donde debería primar la importancia del candidato local, se ha transformado en algo más extraño, donde los líderes nacionales marcan su impronta y se imponen sobre todo lo demás.
Nadie ha preguntado por nuestras intenciones, casi nadie se ha interesado por los programas, recogían "los papeles" como autómatas, como en las ferias, uno tras otros. Algunos incluso nos decían: otro más.
Pero tampoco ellos son los culpables, lo somos todos porque también todos nos hemos prestado a este pequeño circo ambulante.
Quizás ya soy mayor, pero prefiero esos mítines en que algunos eran capaces de desgranar unas cuantas ideas seguidas, que en muchos casos tenían sentido. Prefiero las tertulias, de las de antes claro, donde los rivales debatían las ideas y se rebatían los unos a los otros hasta donde podían. No las de ahora verdaderos expositores del marketing (otra vez mercadeando) comunicativo, donde unos se insultan y otros venden humo de bonitos colores.
No quiero vender, no me gusta vender mis ideas, no me quiero vender.
No hay comentarios:
Publicar un comentario