Comentábamos el otro día unos amiguetes
lo raro que es esto de la política. Decíamos que el mejor presidente que había
tenido España en muchos, muchos años había sido Felipe González. Claro, se argüía,
que se lo habían puesto muy, pero que muy fácil.
Unos por impresentables y otros por,
más o menos, inútiles, no tenían nada que hacer ante alguien que pensaba por y
para los españoles, o al menos lo parecía. Alguien que en muchos casos, no siempre, mantenía algo que
se está perdiendo poco a poco, las ideas, la ideología.
Zapatero empezó con ideología y
terminó, cómo terminó. De los demás no hubo ni mención, para qué, si ya
sabíamos qué íbamos a decir.
Con todo esto, yo recordaba lo triste
que era para mí ver qué lo que sucedía elección tras elección.
No hace mucho, y teniendo conocimiento
de todas las tropelías que habían cometido los dirigentes valencianos, los
votantes de aquella comunidad les volvieron a dar sus votos y con más mayoría,
si es que aún era posible. No me lo podía creer. Todavía siguen saliendo flecos
por todos los lados. Y lo que quede por salir.